¿Qué pensarías si te dijera que en la selva del Perú habitan algunos de los mejores terapeutas que jamás conocí… que su alcance en unas cuantas horas de trabajo equivale a muchas sesiones y que pueden guiar procesos profundos de manera acelerada y efectiva y… si te dijera que estos terapeutas no son humanos, sino plantas… qué pensarías?
No tenemos idea de lo que en realidad son las plantas. Cuando nos dicen que son seres vivos, aceptamos el concepto sin realmente tener una experiencia directa de lo que eso significa.
Los seres verdes no son sólo una fuente de alimento o un adorno en la escenografía de nuestra vida. Las plantas tienen un espíritu y algunos de esos espíritus cuentan con un nivel de sabiduría proporcional a los años que han habitado la Tierra y la evolución que han ganado en el transcurso.
Si te digo que un árbol de 500 años tiene la sabiduría de un ser que ha vivido durante 5 siglos en el planeta, completamente arraigado a su base y siempre buscando la luz que aparece en el cielo, quizás te suene poético; pero no puede ser más literal. Cuando te digo que alberga familias de aves, roedores, hongos, enredaderas, no te estoy contando un cuento. De ahí que cuando uno de ellos es cortado para satisfacer una necesidad inmediata de los humanos, sería pertinente tener muy en cuenta lo que realmente implica.
En ese sentido, reforestar con árboles pequeños, que necesitarán siglos de crecimiento para reponer los que tumbamos, suena completamente absurdo. Este es uno de los aprendizajes que quedó claro para mi en mi visita al Área de Conservación Bahuaja en la Selva Amazónica. Ahora, una cosa es recibir conocimiento así, de palabra, como yo te lo transmito ahora y otra, es tener la bendición de que tu percepción sea afinada al grado en que percibes la interacción clarísima con esos espíritus que habitan en las plantas.
Y ¿por qué te cuento todo esto en un blog de psicoterapia? Porque hay plantas que son terapeutas, doctoras y guías espirituales. Hay plantas que nos ayudan a lograr de manera muy acelerada aquello que buscamos a través de la terapia. De entrada, nos dan la posibilidad de sentir mucho más y con ello obtener información muy valiosa en nuestro proceso de sanación y evolución. Nos ayudan a liberar trauma del cuerpo y la psique, a digerir y entender procesos, a elevar el pensamiento y el flujo de energía, a detectar lo que ya no sirve a nivel emocional, mental, físico y eliminarlo, a ver con claridad nuestros patrones adictivos, a recrear las historias que nos contamos de manera más empoderante y compasiva, en resumen: a reconectarnos con nuestro ser esencial y verdadero que está siempre en salud e integridad.
A las plantas que se alían con los humanos para realizar todos estos cambios podemos llamarles «plantas maestras» y potencialmente son eso para nosotros, guías y curanderas en el camino. Estoy hablando de plantas que conoces comúnmente con nombres como estos: ayahuasca, peyote, San Pedro, entre otros. Ahora -pensarás- si son tan maravillosas, por qué la mayoría de las personas que han accedido a ellas no se ha «iluminado» y por qué el planeta entero no se ha corregido a través de ellas.
Respondo a la primera cuestión de manera sencilla. Usualmente, las plantas maestras te dan de manera generosa durante una ceremonia, regalándote comprensiones, visiones y sobre todo, propiciando un estado temporal, más no un nivel de conciencia. Lo que quiero decir con esto es que las plantas te dan un pase de acceso a un nivel de conciencia adelantado a tu punto usual de referencia actual, pero conservar o acercarte de manera más permanente a ese nivel de conciencia depende de tu cultivo del mismo. Atesorando las comprensiones que recibes durante una ceremonia y actuando de manera correspondiente de manera repetida, conviertes un estado temporal en un nivel de conciencia
Es justo aquí donde entra la práctica espiritual, el reforzamiento con trabajo terapéutico y el cultivo de la virtud, los hábitos y pensamientos elevados en la vida cotidiana.
En cuanto a una cuestión más colectiva, se ha especulado que momentos de gran avance colectivo para la humanidad, se han dado en conjunto con el consumo también colectivo de plantas maestras; así que estos seres han estado acompañando, e incluso propiciando nuestra evolución desde hace mucho, pero mucho tiempo.
Es una verdadera pena que las mismas sean vistas y clasificadas, en muchos casos, en la misma categoría que las drogas; cuando la realidad es que sus efectos y beneficios en el tratamiento de condiciones como la adicción, ansiedad, depresión, son comprobables; sin causar los efectos secundarios y adictivos que causan las -esas sí bien llamadas- drogas ofrecidas por la industria farmacéutica.
Noto que el carácter de este post se ha tornado más informativo que personal, quizás porque siempre siento reserva de que la validez de mi práctica clínica y mi propia sensatez y profesionalismo sea cuestionado. Mas con gusto en un siguiente post les comparto desde un lugar mucho más íntimo.
Mientras.. tiremos los prejuicios y sobre todo la ignorancia, honremos a los espíritus de la Tierra y sepamos que hemos sido bendecidos con toda la ayuda que necesitamos para volver a vivir desde el territorio del corazón.
CONTINUARÁ…
La infinita adicción a armarla de pedo
Geoffrey es «mi persona». Esa a quien le hablas primero que a nadie para contarle, igual cuando pasa algo bueno, que cuando pasa algo malo. Incluso hace años, cuando yo