La primera vez que escuché la canción «Tiempos de flores» de Alonso del Río en una ceremonia de Ayahuasca, me di cuenta de que su música generaba patrones geométricos que tenían la capacidad de modificar mi campo vibratorio y reconfigurarme, de sanarme.
Si la cimática (el estudio de las formas en que el sonido y la vibración se exteriorizan), no hubiera confirmado ya que cierta música tiene estos dones, yo aceptaría que cualquiera afirmara que aquello que viví como una experiencia completamente real, no fue más que un «viaje», producto de un alucinógeno. Así pasé varios años, más o menos la primera decena de mis ceremonias con la bendita medicina del Amazonas, sin poder tener claridad acerca de la validez «clínica» de mis experiencias, pero a la vez, incapaz de negar el efecto positivo y sostenible que estaba recibiendo a través de mis encuentros con Ella.
Si la cimática (el estudio de las formas en que el sonido y la vibración se exteriorizan), no hubiera confirmado ya que cierta música tiene estos dones, yo aceptaría que cualquiera afirmara que aquello que viví como una experiencia completamente real, no fue más que un «viaje», producto de un alucinógeno. Así pasé varios años, más o menos la primera decena de mis ceremonias con la bendita medicina del Amazonas, sin poder tener claridad acerca de la validez «clínica» de mis experiencias, pero a la vez, incapaz de negar el efecto positivo y sostenible que estaba recibiendo a través de mis encuentros con Ella.
Varios años y tras de algo de estudio, pero sobre todo, después de vivir y atestiguar la inmensa capacidad que algunas plantas tienen para elevar la conciencia, puedo afirmar con certeza, que la comunión con Plantas Maestras, en un contexto ceremonial, con los cuidados y la guía adecuada, es uno de los caminos más certeros y efectivos que tenemos para sanarnos, no sólo a nivel individual, sino para sanarnos de verdad, es decir, para transformar nuestras relaciones y vivir en armonía en este planeta al que estamos destruyendo debido a nuestra inmensa falta de conciencia. Y a todo esto… ¿Qué es la conciencia? nada más y nada menos que nuestra capacidad de darnos cuenta, de sentir, de saber. Y… ¿para qué querríamos aumentar o elevar nuestra conciencia? Sencillamente, para tomar mejores decisiones. En tiempos en los que de manera cotidiana recibimos noticias de que los bosques se incendian, las especies se extinguen, los plásticos flotan como islas inmensas en los mares, las familias están llenas de violencia, las enfermedades se vuelven indescifrables, los humanos se matan unos a otros, (…la lista podría seguir…) en verdad, necesitamos tomar mejores decisiones. Este es el primero de algunos textos en los que deseo compartir mi experiencia en la selva de la Amazonía Peruana, pues con gratitud, deseo que sepas que no todo en el mundo es pasividad y desesperanza, que hay caminos verdaderos para la sanación individual y planetaria y que quizás, están al alcance de tu entendimiento y acceso. Bahuaja es un área de conservación Amazónica, un proyecto de la Asociación Educativa Wiñaypaq promovido por Alonso del Río, hombre al que yo llamaría de sabiduría práctica y de corazón encendido en el Amor, que por más de 40 años ha caminado el sendero de la Ayahuasca y las Plantas Maestras, ofreciendo su servicio en diversas formas: la música, la escritura, la enseñanza… No puedo evitar, en esta primera parte de mi relato, dar un lugar honorable y tratar de atender la inquietud de aquellas personas que temen o cuestionan estas formas alternativas de conocimiento y por tanto las descartan. Yo misma he atravesado episodios muy desafiantes en el uso de las medicinas sagradas, al grado en que temporalmente suspendimos su uso y promoción en el centro que lidero en el lugar en que vivo. Con la intención de ser breve, diré simplemente y con total convencimiento, que todos los casos en que he atestiguado que alguien ha tenido una experiencia realmente desfavorable con las Medicinas Sagradas, coexisten estos factores: Haber tenido una guía incorrecta, haber hecho uso de sustancias cuestionables -no provenientes de plantas-, o no haber respetado las indicaciones sugeridas para el tratamiento. Así de fácil y resumido. De ahí, que cuando encuentro a una de las poquísimas personas que verdaderamente tiene los conocimientos, habilidades, el desarrollo de conciencia y la coherencia necesaria para compartir las medicinas, no puedo dudar en recomendar su trabajo en el que creo que es un verdadero camino de crecimiento y sanación. Con inmensa gratitud y respeto hacia Alonso del Río y sus aportaciones, cierro este primer tramo con estrofas de una de sus canciones que dice:
«Si has comprendido el misterio
de nuestro hermano mayor
que su más grande secreto
es el poder del Amor.
si has comprendido por qué
Si has empezado un camino
tienes que gritar también
tienes que amar en secreto
que el universo te escucha
y las estrellas te ven.»
(del álbum: canciones de medicina II)
CONTINUARÁ….