«Sé realista, planea un milagro»
OSHO
Durante mucho tiempo, cuestioné la validez del pensamiento que llamamos «optimista». Me preguntaba constantemente si «pensar positivo» no era una total negación de la realidad y si yo tenía derecho a mantenerme en una esfera rosa, mientras el mundo parecía atravesar por enormes catástrofes y sufrimientos.
Tuve que reunir datos científicos, hasta saber con certeza que es un hecho que, lo que estás pensando, sintiendo, sufriendo o imaginando en este preciso momento está cambiando tu cerebro y por lo tanto, organizando tu realidad. Como es un órgano que evoluciona, el cerebro está diseñado para cambiar con cada experiencia, a esto, los científicos le llaman neuro-plasticidad.
Aún sabiendo que lo que pensamos está construyendo nuestro paisaje neurológico y por tanto, nuestra realidad yo, cada tanto, tenía una total resistencia ante la idea de crear castillos en el aire para «atraer» mejores experiencias. Pensar «positivo» me causaba resistencia, porque no quería despegarme de lo que consideraba «real».
Hoy, después de bastante investigación y experimentación, he llegado a una conclusión que reafirmo cada día: cuando pensamos negativamente, no estamos siendo realistas. Simplemente, estamos dejándonos llevar por una tendencia de nuestra mente a privilegiar los aspectos negativos de la realidad. Está comprobado científicamente, que nuestros cerebros son mucho más sensibles a las noticias e imágenes que le impactan de manera negativa, que a aquellos acontecimientos o estímulos que le son neutrales o positivos. Dicho de otro modo, a nuestro cerebro le resulta más fácil apegarse a lo que le causa estrés, miedo, tristeza, que a lo que le beneficia y esto, acaba generando que vivamos una realidad distorsionada.
Este rasgo es una herencia de los tiempos prehistóricos en los que la humanidad vivía realmente amenazada por muchos más peligros de los que pueden presentarse, al menos en la mayoría de los entornos en los que habitamos. A pesar de lo que podamos creer, nuestras vidas y circunstancias se volvieron significativamente más cómodas, seguras y benevolentes de lo que experimentaron nuestros ancestros hace milenios. El entorno y las condiciones de vida se han modificado, pero nuestros cerebros no se actualizaron al respecto.
Es por ello, que comenzar a notar que cuando apreciamos el bien que hay en nuestras vidas y en el mundo, no estamos negando nuestra realidad ni la del mundo, sino a penas comenzando a ver con objetividad. Lo que es más, comenzar a ver la vida con ojos más generosos y amables es casi una obligación evolutiva que tenemos los seres humanos.
Esta no es una invitación a ignorar lo que deba mejorarse a nivel individual o colectivo, por el contrario, ver la realidad como es, nos permitirá actuar con mayor eficacia y compasión en cualquier nivel.
Lo que sí, es que no te invito a creerme, te invito a experimentar, qué pasa si aumentas la apreciación de lo bueno que sí hay en tu vida. Para ello, te dejo esta Tarea Terapéutica:
Esta semana, cuando te encuentres atravesando una buena experiencia haz una pausa de 5, 10 o más segundos para realmente apreciarla y quedarte con ella. Con ello, estás permitiendo que tus neuronas generen nuevas estructuras que te ayudarán a promover la ocurrencia de más experiencias similares. Mientras más larga e intensa sea tu experiencia de apreciación, más neuronas se encenderán reforzando el cableado que genera fuerza y bienestar en tu cerebro.
Así que, adiós al pensamiento positivo, y bienvenido el pensamiento realista: la vida tiene momentos difíciles, pero también un montón de cosas hermosas. Reforcemos nuestra habilidad para notar estas últimas…