Lo opuesto a la carencia no es la abundancia, lo opuesto a la carencia es la suficiencia. Sentir que hay suficiente, que hemos hecho, logrado, dado, recibido, suficiente.
Vivimos en una cultura de la carencia, en la que a penas hemos abierto los ojos para despertar cada día, cuando ya estamos sintiendo que no dormimos lo suficiente y que por delante «no hay suficiente» tiempo. Acabamos de recibir ese paquete nuevo de tiempo y potenciales llamado «día» y antes de empezar a recorrerlo, ya sentimos que no nos alcanza.
Es así con muchas cosas más, vivimos preocupados por no tener suficiente dinero, éxito, trabajo, amor, poder, vacaciones… ________ (o lo que sea, tú llena el espacio) … Nunca llegamos a sentir que somos lo suficientemente buenos, competentes, guap@s, delgados… y por lo tanto, siempre estamos luchando por obtener más.
Entonces, buscamos talleres, libros, métodos que nos ayuden a «atraer» la Abundancia, el tema es que si no tenemos la capacidad de sentir que «es suficiente», no importa cuanto obtengamos, compremos, logremos, siempre nos seguirá haciendo falta más.
A pesar de lo que dice nuestra mente, muchas veces lo que falta en nuestra vida no son objetos materiales, muchas veces lo que falta es GRATITUD.
Pero no sólo es en el plano de los objetos materiales que nos sentimos carentes, sino también en el área de la valía personal, esto, porque como dice Brené Brown: «solemos medir el valor de las contribuciones de una persona (y a veces su vida entera) de acuerdo con el nivel de reconocimiento público. En otras palabras, el valor se mide de acuerdo a la fama y la fortuna. Nuestra cultura es pronta para descartar a los hombres y mujeres callados, ordinarios y trabajadores. En muchas instancias, equiparamos lo ordinario con lo aburrido, o lo que es más peligroso, ordinario se ha convertido en sinónimo de falto de significado.»
Pero qué tal si nos volviéramos capaces de apreciar lo que ya tenemos, si nos volviéramos capaces de habitar el momento presente tal y como es, pues como dice Marianne Williamson:
«El gozo es eso que nos pasa cuando nos permitimos reconocer cuan buenas son las cosas.»
Una práctica que nos ayuda a conectar, no sólo con la idea, sino con la experiencia de que realmente podemos relajarnos en el presente y apreciar las cosas como son, es la meditación en caminata.
Es una popular práctica zen el caminar con presencia mental. El monje vietnamita Tich Nhat Hahn propone, además, coordinar nuestros pasos con la respiración y el pensamiento. Cada vez que inhalas piensas: «He llegado, estoy en casa». Cada vez que exhalas piensas: «He llegado, estoy en casa.»
«He llegado» significa que ya estoy donde quiero estar, que no tengo prisa de llegar a ninguna otra parte y que no estoy buscando nada. «Estoy en casa» significa que he regresado a mi verdadero hogar que es la vida, aquí, en el instante presente. Como dice uno de sus poemas:
He llegado
estoy en casa
en el aquí
en el ahora
soy sólido
soy libre
en lo trascendental
permanezco
La Tarea Terapéutica de esta semana, por supuesto, es intentar la meditación caminando, para ello:
-Busca un lugar inspirador, un parque, jardín o algún lugar silencioso en casa.
-Camina trayendo tu atención a tus pasos y tu respiración
-Cuando inhalas da un paso completo y piensa: he llegado, estoy en casa.
-Cuando exhalas da otro paso completo y piensa: he llegado, estoy en casa.
En realidad, aunque siempre parezca que estamos yendo a alguna parte, siempre estamos aquí…