Uno de los terapeutas y escritores más brillantes que he encontrado sobre temas de pareja es John Gottman. Se ha hecho famoso por adquirir un poder que algunos considerarían sobrenatural, pero que no es más que el producto de décadas de investigación. Gottman puede predecir en menos de 4 minutos y con un 94% de efectividad, si una pareja va a divorciarse en los próximos años o no.
Para ello, sólo requiere notar la aparición de algunos rasgos o comportamientos en la interacción de los miembros de la pareja. Hoy te hablaré de uno de los comportamientos, que de acuerdo con este investigador, es de los más dañinos que pueden aparecer en la dinámica, no sólo de pareja, sino en cualquiera de nuestras relaciones íntimas, me refiero al DESBORDAMIENTO EMOCIONAL
Sabemos que para que una relación de pareja prospere, es necesario que ambas partes sean amables, que tengan habilidades de comunicación, que aprendan a “jugar limpio” en las discusiones, en fin… todo eso es obvio hasta cierto punto, pero hay un aspecto que, si no es contemplado, saboteará hasta las mejores intenciones y estrategias, incluso de los terapeutas, para lograr el bienestar en una relación. Este aspecto es el ESTADO DE ACTIVACIÓN FISIOLÓGICA de los miembros del pareja cuando discuten, o dicho de otro modo: SÓLO PROSPERARÁN EN LA RELACIÓN AQUELLAS PERSONAS QUE LOGREN LA HABILIDAD DE CALMARSE, INCLUSO CUANDO ATRAVIESAN EL CONFLICTO.
Lejos de ser sólo una aspiración espiritual, hay una explicación del por qué TODAS, dije TODAS las conversaciones que tengamos más allá de ciertos límites de la exaltación emocional y física resultarán, no sólo inútiles, sino completamente perjudiciales.
Cuando detectamos peligro o conflicto, todos los seres humanos entramos en un estado físico de ACTIVACIÓN ELEVADA, que hace que reaccionemos con rapidez y exaltación -como cuando brincamos al escuchar un ruido extraño en la noche- este mecanismo ha protegido a las especies por milenios. En la misma forma que un ruido repentino en la noche nos exalta, un comentario desatinado de nuestra pareja o una larga sesión de quejas o crítica por su parte puede colocarnos súbitamente en un estado de exaltación. Cuando nos activamos ante una amenaza (real o imaginaria) el latido del corazón se acelera, bombea sangre a los riñones y las vísceras (de ahí que nos ponemos viscerales), se suelta una gran cantidad de adrenalina y el cuerpo se prepara para huir o atacar.
Cada persona tiene distintos patrones, algunos atacan, otros evaden y otros más quedamos paralizados. Las señales pueden ser muchas y distintas en cada quien, pero es crucial identificarlas: sudor en las manos o en la espalda, mandíbula trabada, visión de túnel, ojos y sensación de estar a punto de llorar, por poner sólo algunos ejemplos.
La tendencia en estos momentos en que somos presos de un “trance emocional”, es a atacar, querer levantar la voz o el llanto, repetir las mismas frases, amenazar o, a huir, cambiando el tema, minimizando lo sucedido, culpabilizando. Ninguno de estos comportamientos nos llevará a buen puerto, jamás. Por si fuera poco, pretendemos tomar decisiones trascendentales en estos momentos, ya podrás ir viendo lo absurdo que esto resulta.
En este estado surgen los comportamientos que Gottman llama: Los 4 jinetes del Apocalipsis, 4 comportamientos que destruyen las relaciones y de los cuales hablaremos más en el siguiente post, por lo pronto, es importante entender que cuando estamos activados solemos: criticar, menospreciar, defendernos o aislarnos. Todos estos, empeoran la situación y de hecho, son 4 de los rasgos que aparecen en las parejas que predeciblemente se divorciarán.
Pero hay un dato aún más contundente: Una vez que tu corazón alcanza más de 100 latidos por minuto, estás completamente incapacitad@ para procesar la interacción social. El parámetro es así de claro. Para darte una idea, ¿Has salido a correr alguna vez con un amigo? ¿Qué tan fácil es sostener una conversación realmente significativa o profunda? Si verdaderamente estás corriendo, es simplemente imposible.
Es crucial aprender esto para el éxito de todas tus relaciones, no sólo las de pareja: Cuando tu corazón late a más de 100 latidos por minuto, ESTÁS EN ESTADO DE DESBORDAMIENTO, y no hay posible interacción social o comunicativa que sea exitosa en ese estado. Menciono esto, no para que corras a tomarte el pulso, sino para que estés alerta cuando tu corazón se ha acelerado y otros signos de activación aparecen en ti. En esos momentos, debes saber que: SI NO ESTÁS CALMAD@, NO PODRÁS RESOLVER NADA Y SÓLO TE DAÑARÁS MÁS A TI MISM@, a tu cuerpo, a la otra persona y a la relación.
El antídoto contra el Desbordamiento es aprender a parar, sí, hacer un alto total y calmarse. En las relaciones más sanas, incluso uno ayuda al otro a hacerlo, pero hay un primer paso crucial y es decidir que este es el camino que tomaremos. Que ya sea solos o acompañados, no seremos indulgentes con nuestros estados emocionales exacerbados, pues incluso más importante que dañar la relación, nos dañamos a nosotros mismos, llenando nuestros cuerpos de químicos de estrés y reforzando las redes neuronales que nos hacen actuar así.
En el yoga se les llama samskaras a estas “heridas” que generan patrones repetitivos, es el mapa de nuestro karma, el resultado de las decisiones que hemos tomado repetidamente. Como dice Paramahansa Yogananda en autobiografía de un yogui:
“La repetición de un acto crea una huella mental, que da lugar a la formación en el cerebro de sutiles pistas eléctricas, similares en cierto sentido a los surcos de un disco fonográfico. Tu vida sigue los surcos que tú mismo creaste en el cerebro”
Hace siglos que los místicos saben lo que ahora la neurociencia ha comprobado, es por ello que un Budista contiene su agresión, habitualmente, no para ser “bueno”, no porque no tenga fuerza, no porque no contemple violencia en los demás y no tenga el impulso de reaccionar agresivamente, sino porque está tratando de detener su propia violencia, limpiando su propio karma, disminuyendo su sufrimiento.
Hay que escoger la calma, hay que escoger la paz, es la única salida, no sólo en la relación de pareja, sino en toda la Existencia Humana. NO PODEMOS PONER LA RESPONSABILIDAD DE NUESTRO ESTADO EN MANOS DE OTROS. Pues como dijo Gandhi:
“Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.
Por supuesto que en la pareja nos interesa conocer e incluso anticipar las necesidades del otro y ser muy comprometidos en amarle de la mejor manera, pero es importante saber que en toda interacción humana surgen diferencias justo por eso, porque somos humanos y porque somos diferentes. La única salida es hacernos cargo de nuestro propio comportamiento.
Gottman sugiere compartir una señal que indique a ambos que alguno se está desbordando y comprometerse a hacer una pausa en ese momento para calmarse. Aquí 3 puntos importantes.
-Cuida el tiempo: Ambas partes deben acordar cuando se reunirán de nuevo. Debe ser un período de mínimo 20 minutos, que es lo que es lo menos que te tomará resetearte si estás severamente desbordad@. Pero, si tomas más de 24 horas estarás dando predominancia al conflicto, que es también una de las causas de mayor daño a las relaciones, es decir, entrar en un marco mental de peligros y amenazas en vez de en un marco mental de oportunidades y crecimiento.
–No le des cuerda al enojo: No es de utilidad usar el tiempo que tomes para reproducir el conflicto en tu mente, para repasar tus argumentos o tu sentimiento de injusticia. Si estás haciendo eso, significa que olvidaste que el objetivo de tomar tiempo es calmarse.
-Busca formas de relajarte: tomar una caminata, escuchar música, o incluso leer. Cuando estamos desbordados no estamos usando nuestro cerebro racional, al introducirlo al escenario, estamos rompiendo el esquema mental que produjo el desbordamiento.
Otra excelente manera de modificar estos estados son los ejercicios de respiración.
Durante esta semana La Tarea Terapéutica es observar y tomar dato de mis estados de activación: ¿Qué cosas, personas, situaciones detonan estados emocionales desagradables en mi? ¿Cómo se manifiesta la activación en mi cuerpo? ¿Qué hago cuando esto sucede?