A veces el corazón se vuelve un desierto.
El mundo de la ilusión está diseñado para ello, para convencerte de la importancia de dedicarte a cosas «productivas» hasta que te secas de cansancio, de falta de inspiración, de inercia, de aburrimiento. El proceso es progresivo y casi imposible de detectar hasta que está muy avanzado. Entonces, el mundo de la ilusión te vende pequeñas anestesias que te permitan seguir girando en una rueda sinfín, como un ratoncito cautivo.
Trágico mi comienzo en este post. No me malentiendas, la vida es bella, cuando en verdad la vivimos, el tema es que a veces nos mantenemos al margen -por lo que sea- por miedo, por ignorancia, por costumbre.
Dejamos de movernos, de experimentar, de crear, de divertirnos y entonces, el alma se decolora, se pone hambrienta. Estamos tan ocupados haciendo cosas «importantes», que hemos olvidado o menospreciado necesidades que para el alma son básicas: crear, danzar, cantar, jugar y claro, descansar.
Ya sea que ignoremos la importancia vital de estas actividades o las consideremos un lujo, si prescindimos de ellas, le estaremos cortando el suministro de alimento saludable a nuestra psique y comenzaremos a buscar falsos refugios que nos ayuden a volver a sentir: sustancias o relaciones tóxicas. Trataremos también de llenar el vacío a través de adquirir objetos materiales sin lograr que el efecto placentero permanezca por mucho tiempo.
Y es que… «no tenemos tiempo»… o al menos eso decimos, que no tenemos tiempo para disfrutar, para crear por crear, para viajar por viajar, para danzar por danzar, para cantar por cantar y compartirnos con otros desde ahí. Vivimos en una cultura que cree en la escasez, en la que apenas nos hemos levantado y ya sentimos que nos falta el tiempo y, al acostarnos, sentimos que no nos ha alcanzado.
La realidad, es que no es una cuestión de tiempo, es una cuestión de inercia. El diccionario la define como: la resistencia de los cuerpos para cambiar su estado de reposo o movimiento sin la intervención de alguna fuerza.
Así que puedo estar en un letargo (depresividad, pasividad, evasión) o puedo esconderme en la actividad (adicción al trabajo, compulsión, obsesión), pero si no estoy moviéndome con autonomía, presencia, creatividad, estoy sumergid@ en la inercia.
¿Qué hacer si lo has notado? Vuleve a cantar, vuelve a danzar, vuelve a crear… vuelve a encontrarte con amig@s con los que realmente conectes, vuelve a escuchar las canciones que te conmueven, a leer la poesía que te inspira. Vuelve a caminar por las calles que te recuerdan quién eres. Busca un terapeuta con el que realmente conectes y apoye lo bello en tu ser (juro que funciona). No es necesario viajar a otro continente, ni fugarte con un amante, o salir de fiesta bebiendo hasta el amanecer, es necesario encontrar refugios confiables, íntimos, genuinos.
Como dice Gabrielle Roth:
«El movimiento es sanación, la enfermedad es inercia. si pones tu cuerpo en movimiento, cambiarás…»
Por supuesto, la Tarea Terapéutica de esta semana es dedicar tiempo a alguna de estas actividades que nos ayudan a recuperar el alma: canta, baila, lee poesía, encuéntrate con un viejo amigo… Haz algo por ti, por tu alma…
¡Feliz semana!