Y es que detrás de cada no, habita un sí, y mientras más hábil me vuelvo para encontrarlo, mayor paz y entusiasmo me permito.
Me explico. Aprender a decir que no ha sido un proceso fundamental en mi vida. No a la violencia, no a la vergüenza, no a la mediocridad, no a la espiritualidad superficial, no a la incoherencia. Con esto no estoy diciendo, por cierto, que yo jamás ejerza dichas actitudes, estoy diciendo simplemente que mi alma reconoce que todas estas conductas y otras, son simplemente una negación de la verdad.
La verdad, como dijo el Buda, es que todos los seres humanos somos esencialmente buenos, pero incansablemente torpes para expresarlo. Esta bondad esencial, no es algo que espero que creas a pie juntillas nada más porque me lees, sino que quiero invitarte a que el día de hoy hagas una pequeña investigación.
Piensa en la actitud más terrible que hayas tenido, quizás una que aparece constantemente en tu vida, como la pereza o el enojo, como la falta de disciplina o la tristeza. Estoy segura de que tu reacción inmediata es parecida a la mía. Quieres esas actitudes fuera, quieres dejar de sentirte así cuando aparecen y entonces, quizás haces toda clase de malabares para evitarlas, quizás incluso acudes a tu terapia o a tu práctica espiritual con la esperanza de desaparecerlas temporal o por qué no, definitivamente.
Pero te tengo una noticia, detrás de toda actitud, por más desagradable que sea, por más sufrimiento que te cause a ti o a otros, habita un anhelo noble y profundo que quizás no has descubierto.
Pongo un ejemplo, un patrón que aparece en mi vida constantemente es la insatisfacción, ese estado puede después convertirse, ya sea en apatía o en agresividad y si trato de disimularlo suficiente tiempo, se convierte en una franca y depresiva desmotivación.
¿Quién quiere vivir encarnando algo así? Supongo que nadie, sin embargo he notado que detrás de mi insatisfacción yace un sí… ¿Qué es eso que verdaderamente deseo? En mi caso, generalmente deseo el gozo, la conexión, la posibilidad de expresar mis mejores cualidades.
Cuando digo que no a la separación, detrás estoy pidiendo conexión profunda.
Cuando digo que no a la violencia, estoy pidiendo que la dignidad mía y de todo ser humano sea reconocida.
Cuando digo que no a la indiferencia, estoy pidiendo intimidad.
Cuando digo que no a la informalidad, estoy generalmente pidiendo respeto y reconocimiento.
Cuando digo que no al aburrimiento, estoy pidiendo emoción y vitalidad.
Puedo seguir interminablemente, sólo que ahora me tomo un atajo, procuro ir directamente al sí, me pregunto ¿qué necesito? y me escucho sin juicio y con atención.
¿Qué estoy pidiendo con esta conducta que no me enorgullece? Y entonces, me encuentro más apta para dejar de usar la estrategia que podríamos considerar “negativa” y buscar formas de satisfacer mi necesidad de una manera más activa y directa.
No quiero ser simplista, pero la brevedad de este texto y el tiempo que tengo para entregártelo me lleva a hacerte esa modesta invitación. Busca qué hay detrás de eso que no te gusta en tí y en los otros, ¿qué estás pidiendo tú o los otros? Quizás te sorprendas con la respuesta…
Te veo, me ves… nos vemos por aquí
Día 4 – reto de 33 días
Gracias por tu atención.