Nuestra mente es, por naturaleza, bastante negativa. Diversos estudios revelan que nuestro cerebro no se inclina hacia ver el el lado positivo de la vida, las personas, las situaciones y esto, es consecuencia del curso evolutivo que ha seguido nuestro cerebro.
¿Por qué un insulto se nos adhiere por años? ¿Por qué a pesar de haber tenido un día lleno de sucesos agradables nos vamos a la cama pensando en ese momento en el que atravesamos por un conflicto? ¿Por qué centramos nuestra atención en lo que percibimos como defectos y no en las virtudes de nuestra pareja, hij@s, compañeros de trabajo? ¿Por qué suele ser difícil salir de un estado depresivo? La respuesta es: el sesgo negativo, un rasgo de nuestro cerebro que lo hace más sensible a aquello que le resulta desagradable, amenazante o peligroso.
Esta característica proviene, literalmente, de la época de las cavernas, en la que era necesario estar sumamente alertas para detectar aquello que pudiera amenazar nuestra supervivencia. En nuestros tiempos, el estilo de vida de los seres humanos -en su mayoría- contiene una cantidad mucho menor de peligros, sin embargo, este rasgo acechador ha permanecido en nosotros, fisiológica y psicológicamente.
Al respecto las neurociencias han llevado a cabo varias investigaciones, por ejemplo, una realizada por la Universidad de Ohio, consistió en mostrar a personas imágenes usualmente agradables (pizza, un paisaje), imágenes desagradables (una persona con la cara mutilada o un animal muerto) y también imágenes neutrales (un plato, una secadora de pelo). Al mismo tiempo se medía la actividad eléctrica de la corteza cerebral.
Los experimentos revelaron que la reacción a los estímulos negativos es mayor, lo cual se traduce en que las actitudes de las personas, en general, se vean más influenciadas por lo negativo que por lo positivo. El punto aquí es, que si nuestra mente resalta la proporción de lo desagradable, entonces no estamos viendo la realidad como es, vemos la vida con sesgo, una distorsión que negativo.
Empezarás ya a imaginar la cantidad de implicaciones que esto tiene en nuestra vida y, también que nuestra tarea evolutiva es informarle a nuestra mente que habitamos una realidad mucho más amable que amenazadora, la gran mayoría del tiempo.
Hace siglos, nuestra vida dependía de poder resaltar lo negativo; hoy en día, nuestro bienestar depende, en gran medida, de poder apreciar lo positivo que en ella hay y así, tener una percepción más verdadera de la realidad.
Dice el reconocido psicólogo y autor Rick Hanson:
«Entender cómo fue que tu cerebro se volvió tan vigilante y receloso y, tan fácilmente secuestrado por el sentimiento de alarma, es el primer paso para ganar control sobre nuestro antiguo cableado. Después, al llevar conciencia plena a las reacciones que tiene tu cerebro cuando te sientes amenazado, puedes empezar a construir las bases neurológicas de una mente más calmada y sabia junto con una sensación de mayor fortaleza interna.»
Así que para trabajar en lograr una mayor libertad de este rasgo antiguo que nos hace tender a la negatividad de manera automática, comienza por tomar conciencia de cuan cableado está tu cerebro para mantenerte en un estado de continua ansiedad, preocupación y alerta, para descartar toda la información que te confirma el bienestar y seguridad en tu vida y para mantenerte pensando específicamente en esa/s cosa/s que te hacen sufrir.
Adicionalmente, realiza un esfuerzo consciente por apreciar la bondad y generosidad de las circunstancias en tu vida.
La Tarea Terapéutica de esta semana consiste en llevar Conciencia Plena (Mindfulness) a los momentos en los cuales se enciende tu negatividad. Simplemente, mantén el propósito de notar cuándo estás entrando en el patrón de privilegiar lo negativo y observa qué reacciones tiene tu cuerpo y tu mente cuando esto sucede. Simplemente hacer esto, comenzará a cambiar tu percepción y experiencia de lo que sea que esté pasando…