Voy a relatar esta historia prácticamente como la leí, el final es maravilloso, por favor tengan paciencia…
Eva está sentada en el aeropuerto, trabajando en su computadora tras haber participado en una conferencia sobre trauma, teología, abuso sexual y la iglesia. Uno de los ponentes, a quien acaba de conocer está junto a ella. Otro hombre se acerca y comienza a hablar, mucho; al enterarse de que han participado en la conferencia, dice estar interesado en estos temas y tras preguntarle a Eva cuales son sus grados académicos, se dedica a explicarle largamente por qué el cree que «todo pasa por una razón». Dice que el Universo está lleno de fuerzas, que incluso cuando pasan cosas terribles, todos estamos viviendo lo que nos corresponde vivir.
Eva le escucha y tras hacerle algunas preguntas, le deja saber amablemente que no está de acuerdo. ¿La esclavitud tiene una razón de ser? ¿El genocidio de las tribus norteamericanas y de las especies animales? ¿Los niños que han sido abusados tenían que haber pasado por esa experiencia? La discusión sigue y un poco después él dice: ha sido un placer hablar con ustedes, debo abordar mi avión.
Y aquí es donde viene lo interesante: el reciente amigo de Eva, el otro ponente, detiene al hombre y le dice: amigo, perdiste tu oportunidad. Tenías a una experta en teología y trauma sentada frente a ti y, dices estar interesado en estos temas, pero no le has hecho ni una sola pregunta. Sabes que tiene grados académicos y que sus textos han sido publicados, pero en vez de preguntarle algo has usado todo tu tiempo tratando de probar que sabes más que ella en el área en la que es experta. Gran error, amigo.
En respuesta e incómodo, el hombre trata de defenderse a si mismo, pero ella y su nuevo amigo se sonríen agitando la cabeza, no van a aceptar sus argumentos. Así que él se vuelve a sentar y le dice a Eva: tengo 5 minutos, por favor, instrúyeme. Ella contesta: no, gracias. No quiere que él pierda su avión. Su amigo agrega: no, hombre, tendrás que vivir con las consecuencias de tu error. El tiempo se acabó. ¡Te la perdiste!
Y es así que vemos a un hombre (el ponente) usar su «privilegio masculino» para señalar a otro que entra en conductas sexistas y dominantes. Sin querer convertir a su amigo en un héroe, Eva se siente reconfortada al ver que alguien tiene la claridad y las agallas necesarias para redirigir la dinámica de poder y colaborar para restablecer su dignidad. Entonces, cuenta esta historia en su muro de Facebook y yo le pido permiso de traducirla al español, porque me fascina la manera en la que apunta a las sutiles maneras en las que ocurre la opresión y la violencia.
No voy a decir mucho más esta vez, voy a dejar que cada quién llegue a sus propias conclusiones…